03.02.15
UNA TRISTEZA QUE
EMBARGA NUESTRO INSTITUTO
Hoy nuestro Instituto Misionera de la Consolata está de
duelo, porque hemos perdido a una ejemplar hermana, que fue nuestra amiga,
acompañante para muchas madre y para otras maestra y guía, pero a la vez hemos ganado una gran
protectora en el Cielo.
Damos muchas gracias a Dios por el don de la vida de Sor Ángela
Rosso, por su entrega incondicional a las diferentes misiones en las que hizo
presencia, en la formación de las hermanas en sus distintas etapas (postulante
y novicias). Por su gran pasión y celo hacia la misión, pero sobre todo por su
único amor en el cual toda su vida giró. Jesús fue su primer y su único amor,
por Él lo hacía todo.
Te damos gracias por
reflejar el amor de Dios, por transmitirnos esa alegría y esa paz que te
caracterizaba, por saber darlo a conocer a través de una palabra, de un gesto,
de una caricia. Gracias por animarnos, por ser siempre una lámpara que llevaba
a cualquier lugar la consolación de Dios. Gracias por seguir transmitiendo el
amor de Dios hasta en tu propio sufrimiento y en tu último momento de tu vida
fue una expresión que encerraba todo su amor hasta decirle a su amado: AMEN,
AMEN, AMEN.
Ahora estás viendo
cara a cara a tu amado, estarás en su presencia amándolo como lo amaste aquí en
la tierra. Toda tu vida dejaste que el “Práctico” tomara siempre el timón de tu
barco, ahora “el práctico” vino a tu encuentro
para llevarte con Él.
Sor Ángela Rosso, en este momento nos inunda una gran
tristeza por tu partida, pero a la vez te pedimos que intercedas por nosotros
ante Jesús, para que nosotras podamos seguir siendo fiel a nuestra vocación y a
nuestra misión, para acrecentar en cada una el ardor y el celo por la misión.
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