31.12.14
FIN DE AÑO Y
AÑO NUEVO DE GRACIA Y BENDICIONES
En
este año que ya está pasando, se nos viene a la mente muchos recuerdos,
alegrías, tristezas, triunfos, dichas, pero también se viene mucha nostalgia,
tiempo que hemos perdido, amistades que se nos han ido, fracasos, algunas
dificultades que hemos tenido, pero sobre todo recordamos a aquellas personas
que hemos lastimado y que quisiéramos que no hubiese pasado.
Hay
muchas cosas para agradecer y otras para pedir perdón, es un momento de evaluar
nuestra vidas, lo que vivimos y lo que hemos realizado y lo que se ha quedado
inconcluso. Es tiempo también para aprender de los errores del pasado y tratar
de enmendarlos, es decir, comenzar de nuevo. Es una nueva oportunidad que nos
brinda Dios, para llevar acabo nuestro proyecto de vida, para no cometer los
mismos errores, sino más bien de seguir avanzando y aprovechando al máximo todo
lo que se nos da.
Es volver a tener la esperanza que todo se puede
lograr, es tener la ilusión de que el año que viene es un regalo que Dios nos
hace para encontrarnos con Él, con nosotros mismos y con nuestros hermanos; es
volver a poner los ojos en las metas que nos hemos propuesto, a construir la
paz que tanto necesitamos, de aceptarnos y de aceptar a nuestro prójimo tal
cual es, de ser felices y de hacer feliz a otros, pero también de volver
nuestra mirada a Aquel que nos creo por amor, de retornar nuevamente a los
brazos de nuestro Padre Dios para que nos sigue iluminando y que nos guía en
este nuevo año.
Este
año que estamos dejando es hora de dejar el pasado atrás, de hacer un alto en nuestras
vidas, de desechar todo lo malo que hay dentro de nosotros. Es el momento de
que hagamos un holocausto; es decir, morir a todo aquello que no nos dejó
crecer: nuestras indiferencias, envidia y rivalidades, de nuestros orgullos y
autosuficiencia que nos alejan de Dios y de nuestros hermanos. De ofrecer a
Dios este nuevo año, nuestro proyecto, sueños, ilusiones, consagrar todo lo que
hay en nosotros a Él.
Hoy
recordamos a la Madre de Dios que es también nuestra madre; que ella nos siga
bendiciendo y acompañando en nuestro caminar, que sea ella nuestro puente que
nos hace unirnos y acercarnos a su Hijo.
Virgen
María Madre de Dios y Madre Nuestra sigue intercediendo por nosotros ante el
Buen Dios que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Escrito por Ana Luisa Castillo
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